Cannabis en el cerebro ¿Cuáles son sus efectos?



El cannabis, popularmente conocido como marihuana es una planta que tiene sus orígenes en Asia central y meridional. El cannabis tiene efectos tanto psicoactivos como medicinales.

En esta publicación nos centraremos en los efectos psicoactivos que tiene esta planta. Ese efecto proviene de un compuesto denominado THC (Tetrahidrocannabinol) y que se asocia con la sensación de euforia, relajamiento, alteración sensorial y del tiempo.

Los fitocannabinoides son compuestos químicos producidos por las plantas y poseen una estructura química similar a los endocannabinoides (producidos por nuestro cuerpo), es por esta similitud en la estructura física que pueden actuar en nuestros receptores CB1.
Los receptores CB1 se encuentran en:
  • Córtex
  • Ganglios Basales
  • Hipocampo
  • Amígdala
  • Núcleo Caudado
  • Hipotálamo
  • Cerebelo
  • Médula Espinal


En el Córtex cerebral afecta las áreas responsables de la percepción sensorial, razonamiento, velocidad de procesamiento, toma de decisiones, memoria a corto plazo, capacidad de concentración y control del comportamiento.

Un estudio longitudinal realizado en Nueva Zelanda encontró que personas que comenzaron su consumo en la adolescencia, experimentaron una reducción promedio de hasta 8 puntos en su coeficiente intelectual (CI). Aquellos que dejaron de consumir marihuana no mostraron una recuperación completa de sus capacidades cognitivas.

Este descenso de 8 puntos en el CI es clínicamente relevante, ya que puede afectar el rendimiento académico y profesional, así como las habilidades generales de resolución de problemas.

La capacidad para concentrarse y completar tareas con precisión y rapidez se ve afectada negativamente, con un deterioro en el tiempo de reacción de alrededor del 8-10%. Este tipo de déficit puede afectar la capacidad de realizar múltiples tareas y el rendimiento en situaciones que requieren alta concentración.

Los consumidores crónicos pueden tener un desempeño inferior en tareas que requieren la planificación estratégica y el cambio de atención entre diferentes tareas, con un deterioro de aproximadamente 15-20% en pruebas de funciones ejecutivas.

En el hipocampo el THC interfiere actuando como un bloqueador, por lo que en consumidores habituales hay dificultades de aprendizaje y pérdida de memoria a largo plazo, el THC impide la correcta codificación y almacenamiento de información nueva.

Estudios señalan que se presenta una reducción promedio en la eficiencia de la memoria a corto plazo en torno al 15-20% en comparación con no consumidores.

Así mismo, hay una disminución en la capacidad de recordar palabras y aprender nueva información, con un impacto del 10-30% en pruebas de aprendizaje verbal y memoria a largo plazo.

En la amígdala ocurren dos fenómenos, el THC puede actuar como un ansiolítico o como un ansiogénico.

Como ansiolítico el THC reduce la activación amigdalina en respuesta a estímulos amenazantes o emocionales, lo que sugiere que el cannabis puede disminuir la capacidad del cerebro para procesar el miedo y el estrés.

Como ansiogénico el THC puede aumentar la reactividad emocional en individuos predispuestos a la ansiedad

El consumo de cannabis puede alterar la conectividad funcional entre la amígdala y otras áreas del cerebro, como la corteza prefrontal, que juega un papel clave en el control de las respuestas emocionales. Los consumidores crónicos de cannabis muestran una conectividad reducida entre la amígdala y la corteza prefrontal, lo que puede dificultar la regulación de las emociones y el control de impulsos.

Esta disrupción en la comunicación entre estas dos regiones del cerebro está vinculada a una mayor susceptibilidad a problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión.

Con el paso del tiempo los consumidores frecuentes presentan una reducción en el volumen (5–8%) y en la activación de la amígdala (15 – 20%) esto se asocia con una desregulación emocional, mayor vulnerabilidad a trastornos afectivos y disminución en la capacidad para manejar el estrés.

En el hipotálamo el THC puede estimular el apetito, modificar los patrones del sueño, desregular la temperatura corporal, altera la liberación de cortisol. A largo plazo la persona que consume frecuentemente cannabis puede sufrir desequilibrios metabólicos y hormonales.

El THC aumenta la producción de hormonas que inducen la sensación de hambre, como la grelina.

El THC puede causar hipotermia leve, es decir, una disminución en la temperatura corporal, al afectar los mecanismos de termorregulación.

El THC puede afectar la liberación de corticotropina (CRH), lo que a su vez altera la liberación de cortisol, la hormona del estrés, por parte de las glándulas suprarrenales. Esto puede tener un impacto en la forma en que el cuerpo responde al estrés.

El consumo de cannabis puede facilitar el inicio del sueño, aunque también puede reducir la calidad del sueño profundo y alterar las fases del sueño REM, lo que puede impactar en la consolidación de la memoria y el descanso general.

El consumo de cannabis, al igual que otras drogas, activa el sistema de recompensa del cerebro, en particular las vías dopaminérgicas, que están asociadas con la sensación de placer y refuerzo positivo.

El cannabis es en muchos casos la puerta de entrada al consumo de sustancias psicoactivas más peligrosas por este efecto en el sistema de recompensas, puede hacer que algunas personas busquen experiencias más intensas y gratificantes, lo que puede llevar a la experimentación con drogas más potentes, como los opiáceos o la cocaína, que también actúan sobre este sistema de recompensa, pero con efectos más poderosos.

El riesgo de que el cannabis actúe como puerta de entrada es mayor cuando su consumo comienza en la adolescencia o en etapas tempranas del desarrollo. Durante este período, el cerebro aún está en formación, y las áreas relacionadas con el control de impulsos y la toma de decisiones, como la corteza prefrontal, aún no están completamente desarrolladas. El uso temprano de cannabis puede alterar la plasticidad cerebral, lo que podría predisponer a los adolescentes a una mayor experimentación con drogas.

Los adolescentes que consumen cannabis tienen más probabilidades de desarrollar patrones de comportamiento de riesgo, incluidos los relacionados con el consumo de sustancias más fuertes, debido a la interferencia del THC en el desarrollo neurobiológico normal.

Aunque muchos estudios sugieren una correlación entre el consumo de cannabis y el uso posterior de otras drogas, es importante destacar que correlación no implica causalidad. No todas las personas que consumen cannabis avanzan al uso de drogas más duras. De hecho, una gran proporción de usuarios de cannabis nunca experimenta con otras sustancias.


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